samedi 27 septembre 2008

¡No firme, hijo; no firme!




(¡vale Ktayo!)




-¡No firme, hijo; no firme!



Escuchaba esa voz, que en un momento había estado tan lejana, ahora cada vez más cerca. Como cuando se presiente el advenimiento de un gran acontecimiento: se acerca, se acerca y se transforma en un peso. Esa voz tenía el peso de todos estos años, años de lucha, de entrega hacia sus hijos, en este caso, yo. Una madre abnegada, luchando contra el mundo para mantenerme, a mí y a mi hermano, siendo padre y madre a la vez, tratando de educar lo mejor posible a alguien tan rebelde, siempre fui muy rebelde, y ahora siento un poco de culpa, por haber sido tan difícil. Pero me he reivindicado, tengo un trabajo, mi primer trabajo, con el que podré empezar a pagar esa deuda, y ahora sólo quería hacerle un regalo, eso es todo. Para que la vieja pudiera enfermarse tranquila.
Mire joven, esto es muy simple, sólo tiene que confiar en nosotros. Somos la mejor Isapre del mercado, tenemos clínicas y centros médicos propios, valores preferenciales, más y mejores beneficios adicionales, además, una variedad de planes que nos permite ajustarnos a su necesidad, sin pagar de más. ¿Tiene hijos? No, muy joven todavía, ¿eh? Está bien, está bien, disfrute la vida, mire que ya uno no puede volver atrás. Pero puede dejar como carga a un pariente, hermano, padre, madre, quien quiera. ¡Su madre! Ah, qué bueno que tenga buena salud, pero nunca se sabe, más a la edad de uno, ¿qué edad tiene? ¡Sesenta y dos!, ya tiene edad para preocuparse, imagínese le pasa algo, ni dios lo quiera, claro, pero hay que estar prevenido. Hágale ese regalo, claro, claro, tome el mío, llámela y le pregunta si ella quiere.
Aló, mamá. Sí, bien. ¿Tú tenís isapre? Y te gustaría…. No, mamá no se preocupe, si no me cuesta nada. Si yo sé lo que hago, ya estoy grande, es un regalo mamita. Sí, para usted, para que esté tranquila. ¿Que no firme? No, no se preocupe mamá, si sé, si voy a leerlo bien antes. Sí, pero a ella la estafaron, ya mamá, no, no, sí la estoy escuchando si no voy a firmar nada, ¿aló?, ¿aló?, no se escucha bien mamita, me tengo que ir, ya mamita, que esté bien, nos vemos en la casa.
Bueno, ¿ve que se iba a poner contenta su mamá? Sí, mire, en este lado están sus datos, no ahí no, tiene que firmar aquí, ah, pero no se preocupe, yo tengo un lápiz, ya está.
En ese momento, con el lápiz en la mano, y los ojos cansados del vendedor encima mío, pensé en mamá, sus miedos, naturales, claro, porque a la Tita la estafaron con una firma pero eso fue porque ella es muy hueona, yo no. Pero esa voz no se iba, estaba ahí, la escuchaba, en mi cabeza, se acercó cada vez más, la sentía ya no dentro mío, lo invadía todo, era yo y esa voz, nadie más. Desesperado, miro alrededor, él también la estaba escuchando, se daba cuenta de mi aflicción, la voz se apoderó del lugar, de pronto lo vi: el celular en la chaqueta del tipo, ahora en su mano, y la voz de mi mamá al otro lado, diciendo todavía: ¡No firme, hijo; no firme!

Aucun commentaire: