lundi 26 novembre 2007

Luz Saint Sauveur


LUZ SAINT SAUVEUR. PONT NAPOLEON, Pyrénées Atlantiques. ¿Que qué me hizo saltar 90 metros de altura ? La certeza del miedo. Me escuché diciendo una frase por costumbre, una frase que suelo repetir mucho pero que ya no me va: ¡qué miedo! Justamente no es lo que siento ahora. Entonces desde arriba miré las piedras, el agua, la montaña, y pensé que le temía más a los hombres, a las ciudades, qué me podría pasar? Volver a la tierra… Todo iba tomando forma dentro de mí, sentí el llamado de la tierra, la emoción empezó a subir y no podía negarme, simplemente no podía. Subí al puente, y me decidí. Myriam me apoyó y estuvo conmigo. Ya lista para saltar me invadió un terror, por qué lo hacía? Ya no quería, empecé a temblar…. Uno, dos, tres, miré la casa que estaba al frente, y empecé a volar! Era yo sola sumergiéndome en el aire, ni recordé que había un elástico que me sostenía, yo simplemente iba directo hacia abajo, caída libre, todo pasó rápido y a la vez muy lento. Recuerdo que pensé que tenía que disfrutarlo… entonces empecé a sentir estrellitas por todo el cuerpo, las piernas, los brazos, la cara, mi boca, estaba todo electrizado, sí, como después de un gran orgasmo. De pronto la quietud, estaba suspendida en el aire, no sabía en qué dirección, nada, desorientada, se había acabado y yo ahí, con los brazos abiertos sintiendo cada parte de mí… luego bajé y en la tierra todo estaba tranquilo, una paz tremenda, me sentí fuerte, segura, podía hacer todo lo que quisiera, supe más una vez que cuando se supera el miedo no hay límites… qué cabrón es el miedo!!! Pues te priva de las mejores cosas de la vida si le haces caso, y es tan convincente… Mi amiga Lore estuvo en todo momento presente, gracias, su imagen salía desde la tierra, recordándome situaciones similares…Daniel, también apareciste, pues tienes oídos para la tierra, sabes de lo que estoy hablando, no? Respirar hondo y sentir el vértigo dentro muy adentro como oleadas que vienen y van, recordándote que estás viva, y que también vas a morir, y que lo único importante es amar el presente, lo demás, es ilusión.

jeudi 22 novembre 2007

CHAPITRE III: BENVINGUT BARCELONA


Gran ciudad, la “Carcelona”, como la llaman Esteban y Claudio, nuestros anfitriones. Conocimos los barrios de los trafica y las putas, anduvimos por bares donde se juntan los vecinos, la playa estuvo increíble, el Mediterráneo es demasiado salado, me dolían los ojos. La repre de las policías, 200 euros de multa por escupir en la calle, y mear también!!! No se puede tocar guitarra en la calle pues te la quitan. En la noche hacen limpieza en la ciudad y pasas por calles hediondas y mojadas. Todos los bares llenos, llenísimos, pucha que nos costó encontrar uno decente pa’ entrar! La casa Ocupa, hermosa (no es la de la foto -no es que ésa sea fea...), en el barrio cuico de Barcelona, los chicos están bien organizados y la tienen súper linda, desde los balcones se ve toda la ciudad!!!! Increíble la organización de los habitantes, todo lo reciclan, muebles, comida, todo. Hicimos un asadito y estuvimos comiendo carne hasta el otro día (mi moderación con el alimento animal fue bienvenido y oportuno, pues habían hartos carnívoros!!) Los libros ni tan baratos pero de todas formas los precios más convenientes que en Chile (no es muy difícil). Gaudí, un maestro, se apoderó de la ciudad!!!! Por ahí nos contaron que murió atropellado! Qué paradójico, la ciudad a la que dio vida también lo mató. La Sagrada Familia de noche sin poder entrar estuvo bien… caminar en la calle con los ojos cerrados fue un desafío, pero finalmente los tres pudimos hacerlo (Karlos, Karin y yo). Buen ambiente, excepto en las ramblas, que son apestosas, llenas de turistas, gringos que gritan, y habitantes de la ciudad haciendo los más diversos números para ganarse una moneda (por supuesto, la infaltable foto con la estatua humana, que habían por montones). La plaza Colón, qué asco, le tienen un monumento a ese personaje!!! El Barrio Gótico, increíble sus callecitas estrechas, y de repente te topas con música, inevitable quedarse a escuchar, venden sus discos para los turistas; tienen que postular y conseguirse un permiso municipal para tener un lugar, y por un tiempo determinado, ves los instrumentos más raros y extravagantes, y los músicos, casi todos para el calendario, jejejejej. No visitamos el bar de Manu Chao debido a que nuestros anfitriones eran anti-manuchaístas (aunque Claudio declaró después que igual lo escuchaba…) La Plaza Real, el no-lugar, pues según cuentan es la copia exacta de una plaza de Ciudad de México que por supuesto, olvidé el nombre. Se respira mucho arte en cada esquina, los barcelonenses o como se diga, son piola, gente normal, muchos jóvenes, escuché a varios chilenos en la calle. ¿Volvería? Por supuesto que sí!!! Para buscar la hierba de Bardana que sólo encontré allí y para llevarle un pisco a nuestros anfitriones, que estuvieron de maravilla!

vendredi 9 novembre 2007

Chapitre II: Olot




Cómo evitar la angustia que se siente detrás de ese paisaje maravilloso de casas e iglesias medievales en medio de una campiña verde verde que se ve a través del vidrio, ese mismo vidrio que empañó el aliento de dos seres que antes concibieron la vida y ahora se devoran vivos ante la mirada impaciente, intranquila, y casi impertérrita de un observador que de pasada traga el humo de un cigarrillo que no es el suyo, que de pasada quisiera ser bálsamo para cicatrizar algunas heridas, que de pasada encuentra respuestas en una conversación sobre el arte, la inspiración, y el viento, que de pasada ve un rostro que antaño limpio se constriñe ante el reloj y se transforma en un monstruo niño que quiere huir muy lejos pero que está atado a una manito que con sólo un año de vida tiene la fuerza para encerrar un mundo de creación en una mano que ahora se dedica a borrar lo que pinta o a descansar sobre la promesa futura de un lugar, un estudio, un atelier que se transforma en el paraíso perdido, que de pasada vuelve en esas horas de tránsito cuando los árboles y las casas pasan rápido al otro lado de ese vidrio que sabes, es sólo de pasada.


(PD: ¡Igual de pasada se me quedó el pijama!)

Les Vacances. Chapitre I: Le chemin à Dax




Amablemente, (en negrita, en cursiva, con mayúscula y subrayado), Miren me ofreció llevarme desde Dax hasta Irún, para irme luego a Barcelona y desde allí a Olot. A las 13:00 quedamos en el Lycée da Borda, en donde es asistente. Aunque ya había estado en Dax, nunca había tomado (y no “cogido” –aún-) micros. Salida de la gare, obviamente le pregunto a alguien, un taxista me dice dónde está la parada. Llego allí pero me doy cuenta que no sabía hacia qué dirección seguir (qué raro). Algunos saben de mi problema con los puntos cardinales, la cordillera, el mar… y de las humillaciones que he pasado por mi sentido espacial poco desarrollado –o nulo. Pues bien, allí estaba yo como una hormiga cuando le pones el dedo interrumpiendo su camino y empieza a dar vueltas sin sentido… y más encima con la maleta. Punto crítico: “estoy en Dax, debo llegar en menos de una hora y no sé cómo mierda tomar el bus –que eran dos por lo demás. Más tarde descubriría que ese estado de confusión es el bautizo que recibo de cada ciudad al arribar. Entonces, pregunto de nuevo. Tenía una meta clara: no dejo a ese señor de chaleco café hasta que sepa hacia dónde tengo que ir. Obviamente y como era de esperarse, la parada estaba en mis narices. Los horarios de los buses suelen ser fiables por estas tierras, y a mi favor, faltaban tres minutos. Y luego me acercaba a los 10 minutos de espera y empecé a desconfiar. Claro, ahora que necesito no llega, y el típico chileno que sale en estas situaciones franceses culiaos, pa’ qué ponen estos horarios si nadie los pesca. Entonces dije ya Mara, recuerda que debes ser más optimista, ¿por qué la micro dejaría de pasar justo ahora? Y en eso llega y la conductora –una mujer grande, gorda- me dice que no me puedo subir con la maleta. Ya está, para qué tanto optimismo… Y entonces coge (perdón, pero es inevitable abandonar el “toma”, que es tan feble) un intercomunicador espacial y pide un bus para mí! “Il y a une passagère pour toi”. Merci beaucoup! Y en medio de mi incredulidad y escepticismo llega un bus que me viene a buscar, a estas alturas a rescatar! Me subo y a quién veo, una chilena asistente! Todo hubiese sido más agradable y menos tenso si no hubiera tenido problemas con mi memoria… En medio de besos y las preguntas pertinentes qué tal el colegio, los alumnos, dónde alojas, cuánto pagas, qué bien, yo no me aclaraba, y quién es, cómo se llama parece que nos vinimos juntas en el vuelo a Bordeaux. Y bien, nos bajamos y le pido el mail y con cara extrañadísima “pero si ya lo tienes, acuérdate que en Chile…” y un pero igual seco para descubrir la identidad del personaje (es decir, el nombre) se sale y cuando anoto horiaguirre… lo recuerdo! Pero claro! Nos habíamos escrito dos correos y la vi una vez en mi vida en la reunión de asistentes! Cómo no recordarlo… Luego el bus que debía tomar pasaba a las 13:30, filo, tomo taxi. Pero la gran Hori (que ése es su nombre) me sugiere otra línea. Chao, que te vaya bien. Le pregunto al chofer dónde me dejará y hacia dónde caminar. Bueno, on y va! Iba sola y era como que había empezado el recorrido por – y para- mí. Me sentía como en Chile, cuando te vas conversando con el chofer y te enteras de toda su familia y los rigores del trabajo. ¡Qué ganas de estar al lado de él haciendo preguntas! Pero me acordé de la politesse[1] de los franceses y bueno, podría ser mal visto. Me bajo por delante –eso sí no lo resistí- con su permiso y le agradezco tantas indicaciones; ah! Aprovecho para ensayar otra frase amable que aprendí en una tienda de tabacs: bonne après midi! Parece que no es sólo buenos días o buenas noches, sino que también la buena educación los hace desearse algo así como un buen medio día! Y yo también ahora lo estaba diciendo, así que no se extrañen que llegue a Chile más amable que lo normal y ansiosa por una conversación de mediodía que me permita terminarla con un “bonne après midi!”

[1] Traducción para los que aún no han sido víctimas: cuatiquería, “buena educación”, amabilidad o caritas para enfrentarse a los extraños debido a un ego gigante que los acosa.